Pensando que el 2010 se abre la Expo Shangai cuyo tema es “mejor ciudad mejor vida”, es tal vez el momento de preguntarse que nos esta atrayendo tanto de China, fuera de su exotismo.Si a la distancia, ciudades como Hong Kong, Shangai o Beinging parecieran objetos de culto que los occidentales han producido para su propio negocio, es tal vez porque China esta siendo construida a imagen y semejanza de lo que Occidente piensa que es Oriente en su perfil mas hipermoderno.
La fascinación que ejerce una cultura que se reinventa y a la vez es inamovible culturalmente, es paradigmatica, porque extiende un mundo onírico nuevo. China ha pasado a ser un icono venerado, pues lo oriental, tiene una nueva cosmovisión, y una oportunidad de pensar el futuro, ensayando nuevas formalidades. Como opera con otra estética, todo está pensado de otra galaxia.
Si bien Occidente vuelca su economía hacia China, esta la absorbe traspasandola a otra dimensión devolviendole un producto con un sello esencialmente propio. Aunque copia todo, va orientalizando globalmente todo el planeta, con este reflejo que nos atrae extrañamente. Su hipnosis de eslabón remoto, y que de pronto, ha emergido, cual gigante escondido, nos cautiva y asusta. Eso es casi irresistible.
Es precisamente, esa estética oriental, que opera con otros canones, pero trazada con una matriz occidental, la que entrega referentes tan inusuales.
Sorprende que este mundo remoto, casi sostenido en quimeras, ha ido desde una sociedad arcaica a una hipermodernidad como un nuevo tren Oriente Express.Los mundos proyectados de megaciudades y gigantescas edificaciones, torres de grandes corporaciones junto a enjambres de autopistas y pasarelas con multitudes están construyendo un habitat apoyado en imágenes nuevas que recrean un futuro casi escenográfico. Mas cercanas a promociones hollywoodenses que a planificaciones urbanas tan estudiadas, mucha arquitectura nueva que parece china no son mas que ideas de arquitectos de todo el mundo que exploran estéticas nuevas. Se plantean asi estructuras urbanas que combinan imaginarios emergentes de escalas gigantescas con mega arquitecturas, lo que está produciendo velozmente un macro urbanismo a una escala inimaginable.
Si lo numérico es aplastante, la mega escala como parámetro de medida para todo, parece estar construyendo tambien un hombre empequeñecido, por el tonelaje de la masividad. Se intuye que ese arsenal de mega proyecciones urbanas -un laboratorio de exploración- ya dibuja una probable “Post Humanidad”.
Sin embargo nadie puede eludir lo icónico de lo multitudinario, o el simbolismo de lo gigante, en que todo se mide a escala de mega ciudad, con formas de vida en que han desaparecido los ciclos naturales, y en que lo insólito es la nota mas comun. Ahí hay algo muy potente que debe ser motivo de atención, para nosotros.En una cultura emergente en que “la casa puede ser la anticasa” y la vida, algo totalmente artificial, se percibe rotundamente lo inedito, que hace intuir un mundo desconocido y que cambiara para siempre nuestra cultura y los modos de vida.
La fascinación que ejerce una cultura que se reinventa y a la vez es inamovible culturalmente, es paradigmatica, porque extiende un mundo onírico nuevo. China ha pasado a ser un icono venerado, pues lo oriental, tiene una nueva cosmovisión, y una oportunidad de pensar el futuro, ensayando nuevas formalidades. Como opera con otra estética, todo está pensado de otra galaxia.
Si bien Occidente vuelca su economía hacia China, esta la absorbe traspasandola a otra dimensión devolviendole un producto con un sello esencialmente propio. Aunque copia todo, va orientalizando globalmente todo el planeta, con este reflejo que nos atrae extrañamente. Su hipnosis de eslabón remoto, y que de pronto, ha emergido, cual gigante escondido, nos cautiva y asusta. Eso es casi irresistible.
Es precisamente, esa estética oriental, que opera con otros canones, pero trazada con una matriz occidental, la que entrega referentes tan inusuales.
Sorprende que este mundo remoto, casi sostenido en quimeras, ha ido desde una sociedad arcaica a una hipermodernidad como un nuevo tren Oriente Express.Los mundos proyectados de megaciudades y gigantescas edificaciones, torres de grandes corporaciones junto a enjambres de autopistas y pasarelas con multitudes están construyendo un habitat apoyado en imágenes nuevas que recrean un futuro casi escenográfico. Mas cercanas a promociones hollywoodenses que a planificaciones urbanas tan estudiadas, mucha arquitectura nueva que parece china no son mas que ideas de arquitectos de todo el mundo que exploran estéticas nuevas. Se plantean asi estructuras urbanas que combinan imaginarios emergentes de escalas gigantescas con mega arquitecturas, lo que está produciendo velozmente un macro urbanismo a una escala inimaginable.
Si lo numérico es aplastante, la mega escala como parámetro de medida para todo, parece estar construyendo tambien un hombre empequeñecido, por el tonelaje de la masividad. Se intuye que ese arsenal de mega proyecciones urbanas -un laboratorio de exploración- ya dibuja una probable “Post Humanidad”.
Sin embargo nadie puede eludir lo icónico de lo multitudinario, o el simbolismo de lo gigante, en que todo se mide a escala de mega ciudad, con formas de vida en que han desaparecido los ciclos naturales, y en que lo insólito es la nota mas comun. Ahí hay algo muy potente que debe ser motivo de atención, para nosotros.En una cultura emergente en que “la casa puede ser la anticasa” y la vida, algo totalmente artificial, se percibe rotundamente lo inedito, que hace intuir un mundo desconocido y que cambiara para siempre nuestra cultura y los modos de vida.
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