jueves, 30 de julio de 2009

SOBREINTERVENIDO



Un plan metódico, aunque con efectos en suspenso, ha sido la recuperación del centro penquista, sobre intervenido urbanísticamente. Estacionamientos subte, nuevos tramos peatonales y macro paraguas para crear interioridad en los vacíos públicos son nuevos gestos de preocupación por un tema sensible en el urbanismo populista: el rol de los paseos públicos en las sociedades de consumo.


La ciudadanía siente que la ciudad tradicional se aggiorna igual que un mall popular con galerías interiores, construyendo una imagen que emula plazas privadas ABC1, y que de paso, trata de sacarse ese estigma de espacio inseguro, enemigo del auto, fome, atrasado. La calle publica, extrañamente quiere imitar su asepsia climatizada, resguardándose de la intemperie con burbujas interiorizadas.
Hay que recordar, que fue justamente el paseo en calles Barros y Aníbal Pinto el que afectó a las galerías interiores, que cumplían el mismo rol, al abrir el vacío publico a la exclusiva peatonalidad. Efecto inesperado, invasión popular. De esta manera, el asalto de las periferias marginales se apropió del paseo, instalándose la cultura okupa en plena calle, y con ello, se saturó de nichos intersticiales informales. El centro congestionado, bloqueó su fluidez y solvencia habitable. Probable causa : sobre intervención por saturación de elementos con sobrecarga de demandas.
Un tema recurrente en los centros de las ciudades es la saturación del espacio, por un exceso de configurantes que entorpece recorridos, volviéndolo congestionado, casi bloqueado e impidiendo que el vacío se perciba de manera limpia. El exceso de elementos en el espacio puede fragmentarlo hasta la inutilidad. Mas allá del impacto congestionador y saturador la única forma de corregir esa anomalía, parece ser limpiar, despejar, que el espacio respire. En los espacios públicos puede ocurrir lo mismo, si hay demasiados elementos conceptuales y preceptúales en juego.
En el caso puntual de la saturación del paseo peatonal se ha provocado la pérdida de su flexibilidad contenedora. Hay exceso de estorbos muebles, exceso de detenciones, muchos impedimentos a la circulación, lo que multiplica lo parasitario de los intersticios. Sin duda, la apropiación de los espacios públicos debe dosificar fluidez y detenciones, mas en ciudades concéntricas donde la congestión, que es un bien en si, puede volverse un activador de patologías. Las sobre intervenciones arquitecturales provocan que el espacio se agobie, volviendo confusa su actividad y recorridos. Un poco lo que esta pasando con las columnas de los paraguas que parten la calle en dos pasadizos. Molestarían menos si se cargaran a un lado.
La sobresaturación del espacio, un kitch sobre poblado, se hace invisible si la masa actuante percibe mensajes equívocos. Muchas veces en nombre del mercado se utiliza este concepto de saturación de estímulos como sinónimo de atracción de demanda sin darse cuenta que este recargamiento, obstruye. Es lo que sucede con muchos espacios sobrecargados en nuestras ciudades.
No será raro que teorías urbanas futuras se vuelvan enemigas de los paseos peatonales por estos efectos nocivos, discutiéndose su real efectividad. Es por eso que ya se recomienda que estos espacios sean mixtos, permitiendo lo vehicular.
Equipo DU

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